Escrito por: Delio G. Orozco González.
Como casi todos los hombres de su tiempo, condición y carácter, tuvo más de una. Con la primera, su prima hermana de doble vínculo María del Carmen Céspedes y del Castillo, casó en 1839. Este matrimonio, más allá de la atracción y gusto que existió entre ambos, pretendió salvaguardar el patrimonio familiar al mantener dentro del clan de los Céspedes-Castillo propiedades y activos. El enlace duró 29 años, hasta el 19 de enero de 1868, cuando a los 47 años murió Carmela en Manzanillo a causa de tisis. De la unión nacieron, más allá de cualquier duda razonable, dos varones: Carlos Manuel, el primogénito y Oscar Amado, fusilado por los españoles. Se habla, como fruto del enlace, de la existencia de una niña con igual gracia que su progenitora (María del Carmen); pero hasta el momento, no hay pruebas documentales de su venida al mundo o del deceso que, algunos historiadores aseguran ocurrió en Manzanillo. Esta primera esposa de Céspedes era depositaria de un “carácter serio” y fue más que la cónyuge de Carlos Manuel; pues, en diciembre de 1857 resultó elegida Vice-Presidenta de la Asociación de Beneficencia de Manzanillo.
A la muerte de Carmela, entra en la vida del Padrazo, Candelaria Acosta Fontaigne -Cambula-, hija del Mayoral del Ingenio y fémina que aún no alcanzaba las dos décadas de vida. La diferencia de 30 años entre ambos era suplida por el atractivo juvenil y lozanía de ella; mientras él, hacendado, culto, galante, respetado y admirado por todos resultaba, a ojos de la campesina, de un atractivo irresistible. Ella resultó, a no dudarlo, remanso y refugio en la agitada vida del bayamés; quien, en Manzanillo se erigió en Padre de la Patria. Y a esta transfiguración contribuyó Cambula; pues, con sus manos cosió y dio cuerpo a la bandera que, ideada por el Iniciador, fue ondeada por vez primera en tierras manzanilleras, participó en el bautismo de fuego de Yara y entró victoriosa a Bayamo el 20 de octubre de 1868. La joven lo sigue al monte, da calor al cuerpo del caudillo, sofoca sus apetencias y ofrece alivio a sus penas. Del abrazo en lo profundo de la manigua nace Carmita; sin embargo, por Cuba y por otra, él estaba dispuesto a sacrificar la pasión que los envolvía. El 4 de noviembre de 1869 contrae matrimonio con Ana de Quesada y Loynaz, hermosa, joven y distinguida camagüeyana, hermana de Manuel de Quesada, General en jefe del Ejército Libertador.
Al igual que Cambula, el atractivo del Presidente, a quien conoce en Guáimaro, ejerció sobre ella efecto hipnotizante y desde entonces su corazón perteneció al Hombre de Demajagua. A predios bucólicos marcha Ana y del fervor amoroso nace un párvulo a quien nombran Oscar, en honor al hijo sacrificado; empero, los rigores de la guerra hacen mella en el infante y este muere de inanición. El Presidente, preocupado por la seguridad de su mujer, encarga al poeta Juan Clemente Zenea la traslade fuera de los escenarios de combate. Capturados por los españoles, el bardo resulta fusilado y Ana deportada. En su vientre llevaba dos semillas: Carlos Manuel y Gloria de los Dolores, ambos nacidos en Nueva York en agosto de 1871.
Sin la principeña, Céspedes acude nuevamente a Cambula, mas, los horrores de la contiendan la compulsan a trasladarse a Jamaica. Va al destierro también embarazada y allí, en 1872, le nace a Céspedes otro hijo: Manuel. Desde el Norte, la madre de los mellizos le reclama a su esposo por la infidelidad; él trata de calmarla haciéndole saber que es la niña quien le preocupa; por ello, sigue escribiendo a Candelaria y preguntando por sus hijos. Anita guardará con celo la bandera de Demajagua y de vuelta en Cuba a inicios del siglo XX, la entrega al Congreso de la República; el órgano de poder convoca a Cambula para que testifique si era el pendón del 10 de octubre y esta, que lo había confeccionado, confirma su autenticidad. Ellas fueron las mujeres de Céspedes.